En
deferencia a nuestros amigos de Euskadi, y aunque no sea el idioma habitual de
nuestras comunicaciones, he preferido hacer esta pequeña crónica en castellano.
AVENTURA EN EUSKADI
El pasado 16 de Febrero,
alrededor de las 05:00 de la mañana, sonaba el despertador que daba inicio a un
fin de semana en tierras vascas. La expedición catalana de Bonesvalls Trail
compuesta por Xènia Pallarès, Xavi Accensi, David Rodríguez y el que os
escribe, se ponía en marcha para participar en la I Edición de la Carrera Popular
de Antzuola.
La distancia de la carrera no
era demasiado exigente, en torno a catorce quilómetros, pero analizando el
perfil del trazado, ya vimos que los ocho primeros quilómetros serían
“divertidos” con 996 metros de desnivel positivo.
Después de unas
seis horas de viaje, llegamos al destino; Antzuola, un pequeño pueblo
guipuzcoano de la comarca del Alto Deba, con una población en torno a 2.200
habitantes, donde nos estaban esperando nuestros anfitriones, Iker Gezalaga y
Ainhoa.
Una vez ubicados, decidimos ir
a comer algo, y posteriormente dar una vuelta por el trazado para reconocer el
terreno, ya que el martes anterior había caído una nevada importante. Como era
de esperar, todavía quedaba nieve en las cotas altas y la misma al fundirse con
el sol, dejaba el terreno totalmente embarrado.
Después de una cena “ligerita”
decidimos ser buenos e irnos pronto a dormir ya que, a la mañana siguiente nos
esperaba el gran día.
La carrera empezaba a las 10:30
horas y optamos por ponernos en marcha sobre las 08:00 de la mañana.
El
domingo amaneció bastante tapado debido a la niebla, pero a medida que el sol
iba haciendo acto de presencia, la sensación térmica iba cambiando, hasta
dejarnos un día soleado espectacular.
Con
toda la calma del mundo recogimos nuestros dorsales y una sorprendente bolsa
del corredor, ya que contenía una botella de sidra, un taco de queso, un zumo
de naranja y cuatro bombones y con los deberes hechos, decidimos ir a
desayunar.
La
hora se acercaba y las ganas de empezar a correr se notaban en el ambiente…
Salías al balcón y veías gente en todas direcciones calentando. Sobre las 10:00
horas, nos acercamos hacia el arco de salida, no sin previamente calentar un
poco (todavía al sol) y aprovechamos para hacernos unas fotos.
Dieron
las 10:30 horas y por megafonía nos invitaban a prepararnos para la salida (o
al menos, eso dedujimos) y un “cañonazo” y no exagero, fue el disparo de un
cañón, daba la salida de la carrera.
Los
primeros quinientos metros transcurrían por las calles de Antzuola, pero
enseguida nos adentramos en un camino hormigonado de desnivel considerable en
el que nadie quería quedarse atrás. Sobre el quilómetro dos, dejamos el camino
de hormigón y nos adentramos en una pista de tierra de unos seiscientos metros
por donde, antaño, transcurrían las vías del tren. El barro y los charcos
hicieron acto de presencia, aunque en dos minutos ya no te importaba
ensuciarte. Era el momento de oxigenarse bien, ya que nos esperaba la subida al
alto de IRIMO. Poco a poco, la subida
nos iba mostrando el paisaje tan espectacular de la zona.
Hasta
poco más del quilómetro siete, tuvimos que afrontar un desnivel considerable
(llegando hasta los 876 metros de altitud), y desde aproximadamente los
seiscientos metros, la nieve hizo acto de presencia. La subida no era técnica,
pero el barro y la nieve unidos al desnivel, hacían que, hasta caminar fuese
complicado.
Una vez superado IRIMO, el trazado pasaba por la cresta de diferentes montes y en aproximadamente quinientos metros empezamos a bajar. El primer tramo de bajada era bastante técnico debido al desnivel, y la verdad, es que fue como una bajada con tabla de Snow, pero sin ella… increíblemente divertida. Cada corredor optó por bajar por el trazado que consideró más adecuado hasta llegar a una pista en la que todo era barro y los patinazos eran bastante usuales.
Sólo
nos quedaban dos pequeñas subidas y después la bajada final para llegar al
pueblo. Después del segundo avituallamiento, apareció el último “repechón” y
con él otro grupo de personas, animando sin parar y que volvían a darte alas.
Ya
entrando en el pueblo, se notaba en el ambiente que la meta estaba cerca, y en
unos setecientos metros aparecía el arco, siento Xènia, la primera que hizo el
recorrido en 1:32, David en 1:39 y Xavi y yo en 1:54. Nuestra campeona subió al
segundo escalón del cajón de la categoría femenina.
Aprovecho
esta pequeña crónica para felicitar a la organización (aunque en mi paso por el
primer avituallamiento se habían quedado sin agua) y seguro que en próximas
ediciones habrá más y mejor.
En
nombre de los componentes de Bonesvalls Trail y en el mío propio, quiero
agradecer a tod@s los amigos de Euskadi, el trato que nos habéis dado, y
particularmente a Iker Gezalaga y a Ainhoa como anfitriones perfectos, a Unai
Gezalaga y a Maite como instigadores de la aventura (que además han sido papis tres
días antes de la carrera – Zorionak!!), a Arkaitz y a Itsaso por ofrecernos la
posibilidad de conocer las “sociedades gastronómicas” vascas (por cierto, nunca
os apostéis nada con él), a Aitor y a Edurne por deleitarnos con su saber hacer
en la cocina, y a Gorka (mi compañero infatigable de monte y de frontón) y a
Amaia, simplemente por querer compartir su tiempo con nosotros. No me puedo
olvidar de la tía Blanca y el tío José Mari que el domingo nos prepararon una
alubiada increíble y como no, a mi mujer, Naia, ya que sin ella no hubiese
podido conocer a gente tan fantástica.
Joan Quesada

















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